El 24 de mayo de 2015 marcó un hito en la historia política de España, un día en el que las principales ciudades del país se volcaron hacia la izquierda, dando paso a un fenómeno conocido como las ‘alcaldías del cambio’. Este movimiento, que surgió tras las movilizaciones del 15M y la oposición al gobierno de recortes de Mariano Rajoy, llevó a la alcaldía a figuras como Ada Colau en Barcelona, Manuela Carmena en Madrid, y otros líderes que prometieron un cambio radical en la gestión municipal. A diez años de este acontecimiento, es fundamental reflexionar sobre los logros y desafíos que enfrentaron estos gobiernos, así como el legado que dejaron en sus respectivas ciudades.
**La Revolución de las Candidaturas Populares**
Las elecciones municipales de 2015 no solo representaron un cambio en la dirección política, sino que también fueron el resultado de un proceso de movilización ciudadana sin precedentes. Las candidaturas populares, muchas de ellas formadas por activistas y miembros de la sociedad civil, lograron captar el descontento generalizado hacia las políticas de austeridad y la corrupción. En ciudades como Santiago de Compostela, A Coruña y Cádiz, surgieron plataformas que unieron a diferentes fuerzas políticas y movimientos sociales, creando una sinergia que permitió a estas candidaturas ganar terreno en feudos tradicionalmente dominados por el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE).
Martiño Noriega, exalcalde de Santiago de Compostela, recuerda cómo su candidatura, Compostela Aberta, logró superar las expectativas en un contexto de descontento social. «Cuando empezó la campaña nos daban como cuarta fuerza, por detrás del PSOE, del PP y del Bloque. Y acabamos siendo la lista más votada», relata. Esta experiencia fue replicada en otras ciudades, donde el descontento con la gestión del PP se tradujo en un apoyo masivo a las nuevas propuestas de gobierno.
La llegada al poder de estas candidaturas no solo significó un cambio en la gestión, sino también una transformación en la forma de hacer política. Los nuevos alcaldes y alcaldesas se comprometieron a implementar políticas de participación ciudadana, transparencia y sostenibilidad. En Madrid, por ejemplo, Manuela Carmena promovió la creación de espacios de diálogo y participación en la elaboración de los presupuestos, mientras que en Barcelona, Ada Colau impulsó una agenda verde que priorizaba el bienestar de los ciudadanos sobre los intereses económicos.
**Desafíos y Legado de las Alcaldías del Cambio**
A pesar de los logros alcanzados, los gobiernos del cambio no estuvieron exentos de desafíos. La oposición feroz de los partidos tradicionales, junto con la presión de los medios de comunicación y los poderes económicos, dificultó la implementación de muchas de sus políticas. Pedro Santisteve, exalcalde de Zaragoza, recuerda cómo su administración enfrentó una oposición constante, no solo del PP, sino también del PSOE, que en lugar de colaborar, optó por obstaculizar sus iniciativas.
«No hubo absolutamente nada fácil, empezando por cosas tan sencillas como que el ayuntamiento no fuera a actos religiosos», señala Santisteve, reflejando la resistencia que encontraron al intentar implementar cambios significativos en la cultura política local. A pesar de estos obstáculos, los alcaldes del cambio lograron dejar un legado importante en sus ciudades. En Madrid, Carmena redujo la deuda pública en un 52%, mientras que en Barcelona, Colau implementó un ambicioso plan de vivienda pública y promovió la creación de una eléctrica municipal.
Sin embargo, el panorama actual es diferente. Muchos de estos gobiernos han sido reemplazados por administraciones que han revertido o debilitado las políticas progresistas implementadas durante la década pasada. En ciudades como Madrid y Valencia, el PP ha recuperado el control, y aunque algunas iniciativas de los gobiernos anteriores se han mantenido, la ambición y el enfoque en la justicia social han disminuido. «El legado es muchísimo, ha cambiado la agenda de prioridades de la ciudad», defiende Colau, quien aún cree en la posibilidad de recuperar el apoyo popular y volver a ganar las elecciones.
A medida que se acercan nuevas elecciones, los exalcaldes coinciden en la necesidad de volver a conectar con la ciudadanía y revitalizar los movimientos sociales. «Toca volver a la calle, a los trabajos, a las facultades, a mancharse, a implicarse en los problemas de la gente», afirma Kichi, exalcalde de Cádiz, quien enfatiza la importancia de mantener la coherencia entre lo personal y lo político. La experiencia de los gobiernos del cambio ha dejado lecciones valiosas sobre la necesidad de unidad y colaboración entre las fuerzas progresistas para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
La historia de las alcaldías del cambio es un recordatorio de que la política puede ser un espacio de transformación social, donde la participación ciudadana y el compromiso con los derechos sociales son fundamentales. A medida que se avanza hacia un nuevo ciclo electoral, es crucial que las fuerzas progresistas aprendan de los errores del pasado y busquen nuevas formas de conectar con la ciudadanía, recuperando la ilusión y el deseo de construir un futuro más justo y sostenible.