La política española ha experimentado un cambio notable en los últimos años, especialmente en lo que respecta a la inmigración. La irrupción de partidos como Vox ha llevado a una radicalización del discurso político que vincula la inmigración con la delincuencia, generando un clima de tensión y xenofobia en diversas regiones del país. Este fenómeno no solo afecta a la percepción pública sobre los migrantes, sino que también influye en las políticas y decisiones de los partidos tradicionales, como el Partido Popular (PP).
### La Estrategia de la Derecha: Inmigración y Delincuencia
Desde la llegada de Vox al panorama político en 2013, se ha observado un cambio en la narrativa utilizada por los partidos de derecha en España. La estrategia ha consistido en asociar la inmigración con el aumento de la criminalidad, un discurso que ha encontrado eco en sectores de la población que sienten temor ante la llegada de nuevos inmigrantes. Esta retórica ha sido utilizada por líderes del PP y Vox, quienes han afirmado que la inmigración irregular es responsable de problemas sociales como la violencia y la inseguridad.
Por ejemplo, en un reciente acto, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, utilizó datos falsos para argumentar que España es el país con mayor entrada de inmigrantes irregulares en Europa, a pesar de que las estadísticas de la ONU indican lo contrario. Este tipo de afirmaciones no solo distorsionan la realidad, sino que también alimentan un clima de miedo y rechazo hacia los migrantes, que son vistos como una amenaza para la seguridad y la convivencia en la sociedad española.
Además, la retórica de Vox ha ido más allá, proponiendo medidas extremas como la «remigración», que implicaría la expulsión masiva de migrantes y, en algunos casos, de ciudadanos españoles con ascendencia extranjera. Esta propuesta refleja un enfoque radical que busca deslegitimar la presencia de migrantes en el país, argumentando que no se han adaptado a las «costumbres» españolas y que su presencia ha contribuido a un aumento de la criminalidad.
### La Respuesta de la Sociedad y las Consecuencias
La radicalización del discurso político ha tenido consecuencias palpables en la sociedad. En localidades como Torre Pacheco, en Murcia, se han registrado episodios de violencia y disturbios provocados por grupos ultras que han tomado la justicia en sus propias manos, atacando a migrantes bajo la premisa de que son responsables de la delincuencia. Este tipo de acciones no solo son peligrosas, sino que también reflejan un aumento de la xenofobia y el racismo en la sociedad española, alimentados por la retórica política.
A pesar de los datos que muestran que la mayoría de los delitos en España son cometidos por ciudadanos españoles, los partidos de derecha continúan insistiendo en la vinculación entre inmigración y criminalidad. Esta estrategia no solo busca ganar votos entre sectores más radicalizados de la población, sino que también contribuye a la deshumanización de los migrantes, quienes son vistos como un problema a erradicar en lugar de como personas con derechos y dignidad.
La situación se complica aún más cuando se considera que la política migratoria en España ha sido históricamente influenciada por la presión de la extrema derecha. La falta de una respuesta clara y contundente por parte de los partidos tradicionales ante el auge de la xenofobia ha permitido que estos discursos se normalicen en el debate público. La negativa a condenar abiertamente la violencia xenófoba y a reconocer la contribución positiva de los migrantes a la sociedad solo perpetúa el ciclo de odio y división.
En este contexto, es fundamental que la sociedad civil y los partidos políticos que defienden los derechos humanos y la convivencia pacífica se unan para contrarrestar esta tendencia. La promoción de una narrativa inclusiva y basada en la evidencia es esencial para desmantelar los mitos que rodean a la inmigración y para fomentar una sociedad más justa y equitativa.
La radicalización del discurso político en España, centrado en la inmigración y la delincuencia, no solo representa un desafío para la convivencia, sino que también pone en riesgo los valores democráticos y los derechos humanos. Es imperativo que se tomen medidas para abordar esta problemática y que se fomente un debate más constructivo y basado en la realidad, en lugar de en prejuicios y estigmas.