La reciente Conferencia de Presidentes, celebrada en el Palacio de Pedralbes de Barcelona, se ha convertido en un escenario de confrontación política, donde las diferencias entre el Gobierno y el Partido Popular (PP) han quedado más que evidentes. Este encuentro, que debería servir para abordar cuestiones de interés común entre las comunidades autónomas y el Gobierno central, terminó en un ambiente tenso y sin acuerdos, reflejando la polarización que caracteriza la política española en la actualidad.
Un ambiente enrarecido
Desde el inicio de la reunión, el clima estaba cargado de tensión. La controversia en torno a la ex militante socialista Leire Díez y la manifestación convocada por el PP contra el Gobierno, a la que se referían como “la mafia”, contribuyeron a un ambiente ya de por sí caldeado. Los barones del PP, siguiendo la consigna de Génova, decidieron boicotear la conferencia, lo que dejó a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sola en su cruzada contra las lenguas oficiales. Su actitud provocadora, que incluyó la amenaza de abandonar la reunión si se hablaba en idiomas distintos al español, fue un claro ejemplo de la falta de disposición al diálogo.
A pesar de la falta de apoyo entre sus compañeros, Ayuso continuó con su espectáculo, que fue criticado por otros presidentes autonómicos. El lehendakari, Imanol Pradales, expresó su descontento, señalando que la actitud de Ayuso era un bochorno y que no se podía permitir que se hablara de libertad en un país donde no se respeta la diversidad lingüística. Esta situación puso de manifiesto la fractura dentro del PP, donde algunos barones mostraron una postura más conciliadora, abogando por el respeto a las lenguas cooficiales.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intentó centrar la reunión en cuestiones de interés para los ciudadanos, como la vivienda y la inmigración. Sin embargo, sus propuestas fueron recibidas con desdén por parte de los líderes del PP, quienes no solo rechazaron las iniciativas, sino que también exigieron un adelanto electoral, argumentando que la situación política actual es insostenible. Sánchez, por su parte, dejó claro que las elecciones no se adelantarán y que se celebrarán en 2027, como está previsto.
Desacuerdos y falta de propuestas
La Conferencia de Presidentes, que debería ser un espacio para el diálogo y la colaboración, se convirtió en un campo de batalla político. A pesar de que se incluyeron hasta 14 puntos en el orden del día, no se alcanzó ningún acuerdo significativo. Los presidentes autonómicos expresaron sus quejas sobre la falta de financiación y la gestión del Gobierno en diversas áreas, pero no lograron llegar a un consenso sobre cómo avanzar.
La situación se complicó aún más con la intervención de varios barones del PP, quienes, aunque mostraron matices en sus críticas, coincidieron en la necesidad de un cambio en la dirección del Gobierno. La falta de un modelo de financiación adecuado fue uno de los temas recurrentes, con varios presidentes exigiendo una convocatoria del Consejo de Política Fiscal y Financiera para abordar esta cuestión. Sin embargo, la respuesta de Sánchez fue clara: la confrontación política no debería interferir en la búsqueda de soluciones para los problemas que afectan a los ciudadanos.
El ambiente de la reunión fue tan negativo que muchos de los asistentes se preguntaron si valía la pena volver a convocar una próxima Conferencia de Presidentes. La sensación general fue que este tipo de encuentros se han convertido en una extensión de la confrontación que se vive en el Congreso de los Diputados, en lugar de ser un espacio para la deliberación y el entendimiento.
La próxima Conferencia de Presidentes está programada para celebrarse en Asturias, a petición del presidente Adrián Barbón. Sin embargo, la incertidumbre sobre si se logrará un cambio en la dinámica de estas reuniones persiste. La política española se enfrenta a un momento crítico, donde la falta de diálogo y la polarización parecen ser la norma, y no la excepción. En este contexto, la capacidad de los líderes políticos para encontrar puntos en común y trabajar juntos por el bienestar de los ciudadanos se pone a prueba en cada encuentro.