El 18 de mayo es una fecha significativa en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, donde se conmemoran varios santos que han dejado una huella imborrable en la historia de la fe. Este día, aunque no está marcado por grandes festividades populares, invita a la reflexión sobre la vida de aquellos que, a través de su entrega y sacrificio, han vivido su fe de manera ejemplar. Entre los santos que se celebran hoy se encuentran San Juan I y San Félix de Cantalicio, cuyas historias nos recuerdan la importancia de la humildad y la perseverancia en la fe.
San Juan I, quien ocupó el papado entre los años 523 y 526, es recordado por su valentía y su compromiso con la unidad de la Iglesia en tiempos de gran tensión política y religiosa. Durante su papado, se enfrentó a la oposición del rey ostrogodo Teodorico, quien temía una alianza entre Roma y Constantinopla. A pesar de las adversidades, San Juan I cumplió su misión diplomática con integridad, defendiendo la fe católica sin provocar conflictos. Sin embargo, su regreso a Roma fue trágico; fue encarcelado y murió en prisión el 18 de mayo de 526, convirtiéndose en el primer papa mártir tras la era de las persecuciones romanas. Su legado es un ejemplo de fidelidad y diplomacia en medio de la adversidad, y su figura es venerada en la basílica de San Pedro en Roma.
Por otro lado, San Félix de Cantalicio, nacido en 1515 en Italia, es conocido como el primer santo canonizado de la Orden de los Capuchinos. A lo largo de más de 40 años, San Félix recorrió las calles de Roma pidiendo limosna, no solo para los conventos, sino también para los pobres. Su caridad y su alegría lo hicieron querido entre todos, y su lema, «¡Deo gratias!» (Gracias a Dios), se convirtió en su distintivo. A pesar de no saber leer ni escribir, su vida de oración y su dedicación a los necesitados lo convirtieron en un referente espiritual. Falleció el 18 de mayo de 1587 y fue canonizado en 1712. Su vida nos enseña que la santidad puede encontrarse en las acciones más simples y cotidianas.
Además de estos dos santos, el 18 de mayo también se recuerda a otros mártires y beatos que han vivido su fe con valentía. Entre ellos se encuentra el beato Estanislao Kubista, un sacerdote polaco que fue arrestado durante la ocupación nazi por su labor pastoral. Su testimonio de resistencia espiritual y dignidad humana frente a la barbarie es un recordatorio de la importancia de mantener la fe en tiempos de persecución. Nacido en 1898, Estanislao fue asesinado en un campo de concentración en 1940, y su beatificación en 1999 por el papa Juan Pablo II resalta su sacrificio y el de muchos otros que sufrieron por su fe.
El 18 de mayo también se celebra a otros santos como Santa Claudia, San Dióscoro de Alejandría, San Erico IX, San Félix de Spalato, San Potamón y compañeros, así como a los beatos Blandina Merten, Burcardo de Beinwil, Guillermo de Toulouse y Guadalupe Ortiz de Landázuri. Cada uno de ellos, con su propia historia y legado, contribuye a la rica tradición del santoral católico, recordándonos que la santidad puede manifestarse de diversas maneras y en diferentes contextos.
La celebración de estos santos nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida de fe y cómo podemos vivirla de manera auténtica y comprometida. En un mundo que a menudo se distrae con lo superficial, la vida de estos santos nos recuerda la importancia de la humildad, el servicio y la entrega a los demás. A través de sus ejemplos, somos llamados a ser testigos de la fe en nuestras propias comunidades, buscando siempre el bien de los demás y la gloria de Dios.
Así, el 18 de mayo se convierte en un día de conmemoración y reflexión, donde la Iglesia nos ofrece modelos de vida que, aunque diferentes entre sí, comparten un mismo hilo conductor: la fidelidad al Evangelio y el amor al prójimo. Al recordar a San Juan I, San Félix de Cantalicio y otros santos, nos inspiramos a vivir nuestra fe con valentía y generosidad, siguiendo sus pasos en nuestro camino espiritual.