En el corazón de los Pirineos, un grupo de siete amigos zaragozanos ha decidido devolver a la montaña lo que esta les ha ofrecido a lo largo de sus vidas. A través de su proyecto ‘Refugios Libres Dignos’, han rehabilitado 15 refugios en condiciones precarias, con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de cuidar estos espacios que son de todos. Su labor no solo se centra en la restauración física de los refugios, sino también en la transmisión de valores de respeto y responsabilidad hacia la naturaleza.
### Un Proyecto Nacido de la Amistad
La historia de este grupo comienza hace tres años, cuando decidieron reunirse para realizar una travesía por la montaña. En su camino, se encontraron con un refugio en mal estado y decidieron darle un toque de vida. «Sabíamos el estado en el que estaba, así que decidimos adecentarlo un poco», recuerda Pedro Molina, uno de los fundadores del proyecto. Lo que comenzó como una actividad recreativa se transformó en una misión colectiva: rehabilitar refugios y concienciar a otros sobre su cuidado.
Desde entonces, han trabajado incansablemente, utilizando materiales reciclados y donaciones para crear espacios acogedores. Cada refugio que rehabilitan incluye elementos básicos como mesas, bancos, un botiquín, y hasta una pequeña biblioteca. Además, han implementado un sistema de energía solar para cargar dispositivos electrónicos en caso de emergencia. La idea es que cada refugio no solo sea un lugar para guarecerse, sino un espacio donde los visitantes se sientan bienvenidos y respeten el entorno.
### La Dignidad de los Refugios
La dignidad de estos refugios es un aspecto central del proyecto. Cada intervención busca no solo restaurar, sino también dar personalidad a los espacios. Por ejemplo, en el refugio de La Ribagorza, decoraron el lugar con piezas recicladas de bicicletas, creando un ambiente único y atractivo para los visitantes. «Hicimos estanterías usando manillares y las cadenas de la bici las convertimos en colgadores», explica Luis Marín, otro de los miembros del grupo.
El costo de cada rehabilitación ronda los 1,000 euros, que el grupo financia con sus propios recursos. A pesar de las dificultades económicas, su motivación es clara: «Lo que otros se dejan en una noche de fiesta, nosotros lo invertimos en pasar un buen rato entre amigos y hacer el bien en la montaña», comenta Pablo Simón, otro de los amigos involucrados.
Además de la rehabilitación física, el grupo ha decidido utilizar su presencia en redes sociales para apoyar causas sociales. Cada refugio lleva una placa con el nombre de una asociación dedicada a la investigación de enfermedades raras, cáncer o leucemia, junto con un código QR que dirige a su página web. De esta manera, no solo restauran refugios, sino que también generan conciencia sobre la importancia de apoyar estas causas.
### Un Llamado a la Acción
El proyecto ha crecido, y cada vez más personas se sienten inspiradas a unirse a la causa. Sin embargo, el grupo ha decidido mantener un número limitado de miembros para no perder la esencia de su trabajo. En su lugar, han creado la iniciativa ‘Apadrina tu refugio’, donde grupos de scouts y montañeros pueden colaborar en la rehabilitación y el mantenimiento de los refugios. Esto permite que más personas se involucren sin comprometer la logística del proyecto.
La idea es que cada grupo se comprometa a visitar y reacondicionar un refugio al menos una vez al año, creando así una cadena de solidaridad y responsabilidad compartida. «Si de cada diez personas que pasan por ellos al menos una termina concienciada de que estos espacios libres hay que cuidarlos, poco a poco estaremos cambiando la mentalidad de la gente», argumenta Marín.
### Desafíos y Esperanzas
A pesar de su éxito, el grupo enfrenta desafíos. Muchos ayuntamientos no están dispuestos a invertir en la rehabilitación de estos refugios, argumentando que no obtienen beneficios económicos. Sin embargo, los amigos creen firmemente que la conservación de estos espacios es responsabilidad de todos. «Estos refugios tendrán más de un siglo de antigüedad y tenemos que ser la gente que disfrutamos de ellos quienes los conservemos», concluye Molina.
La labor de estos siete amigos es un ejemplo de cómo la amistad, la solidaridad y el amor por la naturaleza pueden unirse para generar un impacto positivo en la comunidad. A medida que continúan su trabajo, esperan inspirar a otros a unirse a su causa y a cuidar de los refugios que son un patrimonio común de todos los amantes de la montaña.