El Papa Francisco, conocido por su cercanía y sencillez, ha dejado una huella imborrable en Roma, no solo en el ámbito religioso, sino también en la vida cotidiana de los comerciantes de la ciudad. A lo largo de su pontificado, ha mantenido una relación especial con varios comercios, convirtiéndose en un cliente habitual y un amigo para muchos. Esta conexión ha sido un reflejo de su carácter auténtico y su deseo de estar cerca de la gente. A continuación, exploramos algunos de los lugares que se convirtieron en favoritos del Papa y cómo estas interacciones han impactado tanto a los comerciantes como a los fieles.
La Tienda de Discos: Un Refugio Musical
Uno de los lugares más entrañables para el Papa Francisco es «Stereosound», una modesta tienda de discos situada cerca del Panteón, en la Vía della Minerva. En enero de 2022, el Papa hizo una visita inesperada para bendecir el local, lo que sorprendió a la dueña, Letizia. Durante su breve estancia, Francisco se llevó un disco de música clásica, un regalo que simboliza su amor por la música y su deseo de apoyar a los pequeños comerciantes. La familia de Benedicto XVI, su predecesor, había compartido que en su residencia se escuchaba frecuentemente a Mozart, lo que plantea la curiosidad sobre los gustos musicales del actual Papa. La dueña de la tienda recordó con cariño la visita, expresando que su encuentro les llenó de alegría y esperanza, reflejando la sencillez que caracteriza al pontífice.
Ópticas y Gafas: Una Relación Especial
Otra de las paradas frecuentes del Papa fue una óptica en el centro de Roma, donde mantuvo una relación entrañable con los propietarios. En septiembre de 2015, Francisco fue visto en la tienda, donde cambió sus gafas y estableció un vínculo que perduró a lo largo de los años. A medida que su salud se fue debilitando, la tienda incluso se acercó a Santa Marta para ayudarle con la graduación de sus lentes. Luca, el dueño, recuerda cómo el Papa siempre entraba con una sonrisa y compartía dulces argentinos con ellos. Esta relación no solo muestra la humanidad del Papa, sino también cómo su presencia iluminó la vida de quienes lo rodeaban.
Zapatos y Estilo: Compras Espontáneas
El 21 de diciembre de 2016, Francisco hizo una visita a «Fisioitop», una ortopedia donde compró unos discretos zapatos negros que, como se ha sabido, usó hasta el final de su vida. Este gesto espontáneo es un claro ejemplo de su estilo de vida, que siempre buscó la simplicidad y la conexión con los demás. A pesar de ser el líder de la Iglesia Católica, el Papa nunca perdió su esencia de hombre común, lo que le permitió relacionarse de manera genuina con los comerciantes de Roma.
Helados y Amistades: Un Vínculo Dulce
Uno de los recuerdos más entrañables de los comerciantes argentinos en Roma es su heladería, Padrón, donde el Papa nunca estuvo físicamente, pero siempre fue considerado un amigo. La primera vez que le regalaron un helado, se inició una cadena de pedidos del Vaticano para que Francisco disfrutara de sus sabores favoritos: mango, dulce de leche y limón. En 2020, el secretario del Papa contactó a los dueños para organizar una audiencia privada, lo que demuestra cómo la amistad y la cercanía pueden trascender las barreras físicas. Este tipo de interacciones no solo alegraron la vida del Papa, sino que también fortalecieron los lazos entre la comunidad argentina en Roma y su líder espiritual.
La Huella del Papa en los Comercios de Roma
Las visitas del Papa Francisco a estos pequeños comercios no solo han dejado una marca en la vida de los comerciantes, sino que también han enriquecido la experiencia de los fieles que lo siguen. Su capacidad para conectar con la gente común, su amor por la música, la comida y la sencillez, han hecho que muchos lo vean como un amigo más que como una figura distante. A través de estas interacciones, el Papa ha demostrado que el amor y la compasión no tienen límites, y que incluso en los lugares más inesperados, se puede encontrar la luz de la esperanza y la amistad.
En un mundo donde la figura del líder a menudo se percibe como inaccesible, Francisco ha roto esos moldes, convirtiéndose en un verdadero romano más, que disfruta de la vida y de las pequeñas cosas. Su legado no solo se encuentra en las enseñanzas de la Iglesia, sino también en los corazones de aquellos que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino. La historia de sus visitas a estos comercios es un testimonio de su humanidad y su deseo de estar siempre cerca de su rebaño, recordándonos que, en última instancia, todos somos parte de una misma comunidad.